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Por qué deberías tratar bien a tus esclavos

2020, 800 palabras

¿Cómo se va a rebelar un esclavo si está contento siendo esclavo?

Imagina que tienes esclavos trabajando para ti en tu hacienda y que lo único que hacen es trabajar todo el día y malcomer una o dos veces diarias, y no tienen distracciones ni divertimento. Más aún, imagina que tampoco pudieran satisfacerse sexualmente. ¡Sería la receta perfecta para provocar una rebelión!

Sin embargo, dándote cuenta de esto, decides con buen criterio darles algunas cosas que aplaquen sus impulsos subversivos: ¿qué les darías?

Lo primero y más importante sería el sexo: la satisfacción sexual es lo que más aplaca (a los varones, al menos, que en cualquier caso son los que estarían más dispuestos a arriesgar sus vidas intentando rebelarse, y por tanto los más propensos a ello). Y ni siquiera tiene por qué ser sexo de verdad, si quieres evitar sus consecuencias (como, por ejemplo, que tu población de esclavos crezca por encima de lo que a ti te conviene): pueden satisfacerse casi igual de eficazmente con pornografía. Solo tienes que asegurarte de que sea abundante y fácilmente accesible, y de que cualquier posible tabú o recato moral que tus esclavos puedan tener respecto a la sexualidad se vaya diluyendo con el tiempo.

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Hombre jugando en su smartphone

Después, está claro que la comida sería otro factor importante. La gente con el estómago lleno también suele tener menos ganas de arriesgar la vida levantándose en armas contra el sistema. (Al fin y al cabo, si en ese sistema logras tener la tripa llena, ¿por qué arriesgarse con otro?) Pero la comida tampoco tiene por qué ser realmente nutritiva o de calidad: sería más rentable comprar productos baratos pero sabrosos y que «llenen» efectivamente el estómago; es decir, que les haga sentir a tus esclavos que están comiendo bien y les deje satisfechos, aunque en el fondo sea una alimentación deficiente. Ponle bien de azúcar a lo que sea, ¡que estará más sabroso!

Después debes pensar en el entretenimiento. Pero el objetivo es el mismo: ha de ser algo que les deje satisfechos, con la sensación de haber conseguido o estar consiguiendo objetivos, o la sensación de que están haciendo algo productivo o ganancioso. En suma: «hackear» sus circuitos dopaminérgicos para que sientan que están obteniendo recompensas cuando en verdad es todo ilusorio (o virtual) y tú no tienes que gastar ni un duro haciendo que tales «recompensas» sean reales y tangibles. Por ejemplo, que hagan clic repetidamente en una pantalla con colorines brillantes y sonidos variados que capturen su atención y les hagan sentir con la suficiente frecuencia que han superado algún tipo de obstáculo, o que han «ganado» algo, sería una solución ideal.

Por último, si además les das a tus esclavos una herramienta con la que puedan comunicarse con otros esclavos de otras haciendas, y que potencie sustancialmente los pequeños placeres asociados a la interacción humana (el cotilleo, la competición sin tener que arriesgar realmente nada, las filias y fobias…), prácticamente puedes estar asegurado al 100 % de que tus esclavos estarán tan contentos, satisfechos, entretenidos y divertidos que ni se les pasará por la cabeza rebelarse o tratar de cambiar el sistema. Cualquier frustración o descontento vital que puedan sentir ocasionalmente se reconducirá con facilidad quejándose o indignándose y logrando, respectivamente, la compasión o la aprobación virtual de otros esclavos, por lejanos que estén físicamente de los tuyos; o enfrentándose a los que perciban como sus adversarios dentro de esa inmensa red de esclavos cuasianónimos (todos nos posicionamos con ciertos grupos y en oposición a otros, y tus esclavos no son una excepción), y una vez aireado su enfado o expresada su frustración se quedarán como nuevos, listos para seguir trabajando.

Seguirán siendo tus esclavos, en el sentido de que harán el trabajo que tú les mandes, ¡pero además lo serán más aún que antes! ¿Por qué? Porque, mientras que los pobres esclavos maltratados de los que hablaba al principio no tendrían mucho que perder huyendo de tu hacienda y probando a crear una comunidad propia en medio del bosque (seguramente comerían igual de poco, pero al menos serían libres), los esclavos que tienen todas estas comodidades, consolaciones y divertimentos, en cambio, sí tienen (o al menos sienten que tienen) mucho que perder: ¡a ninguno se le ocurriría dejar su cómoda y agradable vida de esclavo en tu hacienda para pasar a vivir en circunstancias infinitamente más precarias y difíciles! ¡La libertad no vale tanto!

Además, como ventaja extra, se sabe que los trabajadores felices son más productivos. Así que no lo dudes: si quieres conservar y sacar el máximo provecho a tus esclavos, trátalos bien y haz que se sientan lo más felices, contentos y satisfechos posible. ¡Ellos te lo agradecerán!

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