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Sobre cooperación y ética pacifista

2024, 1000 palabras

La cooperación solo es mejor que la agresión en la medida en que sea la estrategia más óptima de cara al fitness biológico. Pero no cabe duda de que a algunos linajes les ha funcionado bien abstenerse de cooperar y simplemente imponerse por la fuerza (pienso en conquistas, expansión territorial, esclavización y subyugación de seres inferiores, etc.). El Imperio Romano se impuso por la fuerza de las armas; aunque luego, una vez ya dominados sus enemigos, se estableciesen regímenes de cooperación con ellos. Lo mismo con cualquier otro imperio hasta el día de hoy. Si no hace falta cooperar para prosperar, la cooperación es prescindible. Solo se antoja como imprescindible si no hay manera de prosperar sin ella, por ejemplo porque uno no tiene la fuerza suficiente para imponerse de manera decisiva sobre los otros. Lo cual nos debería llevar a reflexionar sobre la cuestión de por qué hoy, en el mundo actual, la ideología dominante es extremadamente cooperativista, poniendo valores como la solidaridad, la humildad, la tolerancia y la igualdad (claves para poder mantener regímenes cooperativos estables) por encima de todo lo demás.

¿Por qué amamos tanto la paz y la cooperación hoy en día en Occidente? Porque nos sabemos incapaces de dominar por la pura fuerza, probablemente a raíz de la emergencia de las armas nucleares. Las armas nucleares imponen una restricción severa sobre el grado al que puede llegar la agresión entre naciones: todos sabemos ahora que, de sobrepasar cierto

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A veces es mejor morder.

nivel en la escalada de violencia, ambas partes del conflicto corren el riesgo de morir aniquiladas, lo cual evidentemente no beneficia a ninguna. Eso destruye completamente los incentivos para llegar hasta dichos niveles de agresión. Antes no existía ese mecanismo disuasorio: un pueblo podía ser extremadamente agresivo con otro y, si tenía la fuerza suficiente como para mantener un régimen de agresión tal (por ejemplo, la fuerza suficiente para resistir ante una coalición o alianza de sus enemigos, etc.), podía sencillamente seguir imponiendo su dominio por la fuerza sin más limites que los de su propia potencia bélica, su propia capacidad de dominar por medio de la violencia. Pero ahora eso ya no es posible. Y me parece natural que este nuevo orden en el que la agresión máxima puede ser letal (y por tanto las escaladas de violencia se convierten en un riesgo existencial para todos los agentes en conflicto, mientras que antes solo lo eran unidireccionalmente, para la parte más débil) haya ido tomando forma, de manera más o menos inconsciente, y transformándose en toda esta ideología bienpensante y pacifista que domina hoy el mundo, o al menos Occidente.

No creo que sea el único factor: creo que la experiencia de la Segunda Guerra Mundial y el «mito fundacional» del orden de posguerra con los nazis como el eje del mal (precisamente por ser excesivamente expansionistas, excesivamente belicosos, excesivamente agresivos) y los Aliados, con EEUU a la cabeza, como valedores de una nueva era de paz mundial con la creación de la ONU etc., también son una parte de la explicación. Y la deriva natural de la ideología universalista que empezó ampliando el círculo moral a toda la humanidad (el humanismo moderno y sus sucesores) y que ahora intenta ampliarlo cada vez más allá, cada vez más lejos, hasta englobar a los animales, las plantas, los alienígenas y los robots, es también una fuerza o un proceso que ha influido en esta deriva. Y el hecho general de que el mundo se va haciendo cada vez más pequeño con la globalización y el desarrollo tecnológico. Y seguramente habrá más. Pero creo que el hecho de que ahora, en la era nuclear, el conflicto puede ser letal para todas las partes combatientes por primera vez (también para la más fuerte, y no solo para la más débil) juega un papel también importante en la conformación del Zeitgeist actual, que para todos los estándares históricos resulta extraordinariamente pacifista, cooperativista y universalista; en suma, extraordinariamente de izquierdas.

¿Entonces agresión=derecha y cooperación=izquierda? Sí. No hagas el midwit y no le des más vueltas. Y lo curioso es que la cooperación parece acabar imponiéndose a largo plazo; parece que resulta en un equilibrio más estable (y más beneficioso a largo plazo, también desde una perspectiva puramente egoísta). Pero eso no quiere decir que haya que convertirla en el Becerro de Oro y venerarla como al único Dios, olvidando y demonizando por completo al otro. Los dos pueden ser útiles, cada uno en su momento. Yin y yang, femenino y masculino, paz y guerra: todo tiene su lugar. A veces lo más óptimo de cara al fitness es cooperar, y a veces es agredir. En ciertos momentos, explosiones puntuales de agresión pueden ser más beneficiosas, incluso a largo plazo, que estrategias cooperativas.

 

Por ejemplo: si hay un competidor ecológico que te resulta una amenaza o te resultaría una amenaza en el futuro, y tienes la posibilidad de aniquilarlo por completo con un esfuerzo relativamente bajo (y sin poner por ello en peligro la estabilidad del ecosistema en su conjunto, etc.), seguramente la estrategia óptima de cara al fitness sea aniquilarlo en lugar de intentar entablar una relación cooperativa que a largo plazo os beneficie a ambos de manera lo suficientemente estable como para inhibir o contrarrestar sus incentivos para destruirte. Otra cosa es que estas situaciones sean difíciles de encontrar en la vida real, que suele ser más compleja, pero ese es otro tema. El hecho es que la agresión puede ser la estrategia óptima (también a largo plazo) en algunas circunstancias. Otro ejemplo: una ráfaga concentrada de agresión para expandirse lo suficiente y luego ya entablar una relación de cooperación desde un punto de partida más favorable (como hizo el Imperio Romano con sus conquistas) también puede ser mejor para el propio fitness que empezar cooperando desde el principio, incluso aunque esto último sea más estable y desde luego menos violento y doloroso. A veces la guerra puede ser más beneficiosa que la paz, aunque duela más. Es así de fácil.

Por eso yo ahora ensalzo el valor de la agresión y la lucha: porque es el que nuestro tiempo ha olvidado. Toca corregir un poco la balanza. Toca volver un poco a la hombría; volver a adorar de nuevo al olvidado Dios de la Guerra.

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